22 de noviembre de 2024

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CARTA DEL LECTOR: Chantaje del gobierno español

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Amadeu Palliser Cifuentes

El presidente Sánchez está viendo que peligra la aprobación en el Congreso de su propuesta a la cuarta prórroga del estado de alarma, por lo que ha salido en tromba lanzando todo tipo de mensajes, como también han hecho sus ministros y, cómo no, los líderes adláteres, como Colau, Iceta, etc.; siendo su “argumento único” que si no se prorroga dicho estado, se producirá el caos, se producirá una marcha atrás, se perderá todo lo conseguido contra la pandemia, llegando a decir, el ministro de Sanidad, Salvador Illa, que “nos caerían las siete plagas de Egipto“, “o nosotros o la catástrofe, el caos”.

Ante la respuesta cómica que, en ese caso, el pueblo prefiriese el caos, el recurrente chiste continúa diciendo, pues el caos también somos nosotros, el gobierno. Marcando, de ese modo, la irreversibilidad de la situación.

Esa actitud de utilizar el chantaje emocional, según la psicoterapeuta Susan Forward, son propias de un comportamiento controlador que abusa del que pretende controlar mediante las mecánicas de la obligación y la culpabilidad. Y siguiendo con la citada psicóloga, son propias de diferentes rasgos de personalidad, entre ellos, el del narcisismo destructivo. Y sus acciones pueden ser impulsivas, impulsadas por el miedo, por un sentido desesperado de desesperanza, pudiendo no ser producto de cualquier plan consciente (ver Wikipedia). En un anterior escrito ya me referí al posible rasgo narcisista de Sánchez, por lo que ahora lo dejo aparcado.

Obviamente, abusar del chantaje, llegando a decir que el mantenimiento del estado de alarma es el único instrumento legal para garantizar la inmovilización de la población, poder regular las actividades económicas, las subvenciones a los diferentes sectores, etc., tiene una única justificación, que es la centralización de todo el poder, de todo el control, despreciando, por lo tanto, la estructura orgánica del estado autonómico.

De cada vez hay más catedráticos y especialistas en derecho, que consideran que el actual estado de alarma, con todas sus extensiones, se parece más a un estado de excepción; y que su repetida prórroga cada quince días, no deja de ser una merma de los principales derechos de los ciudadanos, ya que no nos podemos manifestar, el Congreso de Diputados no puede ejercer plenamente sus funciones de control, ni los diferentes Parlamentos autonómicos, por lo que el gobierno de Sánchez actúa sin contrapoderes, como si tuviera mayoría absoluta, que no es el caso; por lo tanto, es una  situación del todo atípica en una democracia.

Esos especialistas consideran que el gobierno ha tenido tiempo suficiente para modificar la Ley de Salud Pública, para regular la movilidad (o delegando dicha función a las Autonomías, ya que cabe recordar que aquí, en Catalunya, el presidente Torra ya ordenó la confinación de la Conca d´Òdena), así como buscar otros instrumentos legales para justificar las subvenciones económicas, no haciéndolo depender todo de un estado de alarma previsto para urgencias transitorias. Pero, claro, Sánchez buscaba centralizar todo el poder en su gobierno y, con esta forma de proceder, ahora nos encontramos en una encrucijada cada vez más difícil de resolver, ya que el nudo gordiano se va complicando.

Evidentemente, la situación que ha comportado y comportará la actual pandemia, tanto a nivel de salud, como socioeconómico, es grave, y se tardarán años en superar; y, situaciones tan complejas requieren decisiones drásticas, pero debemos exigir de nuestros dirigentes el mayor rigor, la mayor inteligencia y experiencia y, por descontado, el olvido de los propios intereses partidistas.

También es comprensible que mucha gente prefiera ser acrítica, no replantearse nada, y se sienta más cómoda con el “ordeno y mando”, pues les confiere una determinada confianza, que les falta en una situación tan grave nunca vivida. Pero muchos otros preferimos ser considerados ciudadanos y, como en otros países, no haber visto  estresar las leyes, hasta el extremo de llevarnos a la actual situación, es decir, como en Alemania, por ejemplo.

Para eso es preciso aparcar la testosterona, el hidalguismo carpetovetónico, y actuar cerebralmente. Richard Dawkins denominó “meme”: la unidad teórica de información cultural transmisible a nivel individual o generacional; haciendo, de ese modo, un símil entre los genes (físicos) y los memes (culturales). Por lo que sería deseable tener dirigentes que analizasen el conflicto ponderando todas sus consecuencias (humanas y sociales) y finalmente, adoptasen las resoluciones de un modo ético y moral; aunque todos sabemos que esto es muy fácil de pedir y muy difícil de encontrar y, como todo degenera, siguiendo la ley de la entropía (grado de desorden del sistema), ahora los “memes” son los chistes que se replican en internet, todo se devalúa.

Por desgracia no estamos en una situación para chistes ni bromas, ni para seguir obedeciendo acríticamente, es el momento de pedir responsabilidad a nuestros representantes políticos para que actúen siguiendo fielmente a los principales científicos, ya que, en caso contrario, si se aplica un descalamiento como el que se está aplicando de forma generalizada, correremos el riesgo de un serio rebrote, como nos avisa el médico e investigador Oriol Mitjà.

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